Martina Barzi y Josefina Casares abrieron su estudio de diseño de jardines en 1989. A través de las artes plásticas, la fotografía y el diseño, buscaron ampliar la formación académica recibida en la UBA y en Kew, Londres. Pasado un primer deslumbramiento por las formas, atravesaron un período de investigación sobre el vacío en el espacio como generador de emociones y sensaciones, etapa que imprimió en sus diseños un fuerte carácter escultórico.

Sustentada en este recorrido, actualmente su búsqueda se orienta hacia una concepción más integradora, que entiende el paisaje en un sentido cultural, como origen y a la vez producto del desarrollo de una determinada región. Así se asume un proceso integral, un planteo en el que interviene el bagaje natural -geológico, biológico- del sitio, pero también todo aquello aportado por el hombre -como la arquitectura, las prácticas agronómicas, el arte y la historia vernácula-. De esta manera, el diseño ya no es una operación meramente visual ni tridimensional, sino un proceso amplio que atañe al intelecto, la historia y las aspiraciones del hombre, a su cultura en el sentido de su relación con el medio.